
En Costa Rica, no podemos seguir gobernando a partir de agotados modelos de desarrollo que no han diferido mucho de pasados modelos impulsados por gobiernos socialdemócratas, a partir de la constitución de la segunda república. O sea, que si lo que podemos esperar son ajustes menores a las políticas actuales, y cambios incrementales a las instituciones gubernamentales que actualmente están colapsando, más vale que estemos preparados para un aumento en los niveles de pobreza y desigualdad en el futuro cercano.
Los modelos actuales se basan en elementos plenamente perjudiciales para el individuo y la generación de riqueza. Esos elementos son: planificación centralizada de políticas económicas y locales, déficit fiscal expansivo con efectos negativos en los mercados, educación estatizada y estandarizada, política monetaria inflacionaria, proteccionismo selectivo, subsidios productivos obsoletos y clientelistas, subsidios sociales adictivos e inefectivos, sistemas de reparto de pensiones empobrecedores, impuestos altos y regresivos, política energética monopolística, política alimentaria en contra de los consumidores, espejismos chinos, aislamiento centroamericano, aumento en regulación inoperante, quimeras constitucionales y muchos otros modelos ya probados y fracasados al estilo socialdemócrata.
En la actual realidad económica, no se puede pensar en hacer el bien, a no ser que se esté dispuesto a asumir la debida responsabilidad, cometer errores y sobre todo asumir riesgos con ideas innovadoras. Pero estas ideas deben formarse alejadas de la presunción de conocimiento, arrogancia de la certeza y lanzamiento de un plan, característicos de los tradicionales discursos de los políticos contemporáneos. En las palabras de Hayek:
Todo problema económico - es de hecho un problema de auto organización - y en todo problema de auto organización, se puede esperar falta de libertad, o falta de conocimiento o falta de derechos de propiedad. De acuerdo con este escenario, le conviene a los partidos políticos hoy en día, proponer agendas de liberalización que realmente le permitan a la sociedad, con conocimiento y propiedad, moldear su pensamiento y dar una respuesta ante los eventos inesperados e impensables que caracterizan el entorno socioeconómico contemporáneo. Si algo nos ha demostrado la actual crisis (y todos los eventos que han llevado a ella) es que los procesos económicos no se pueden evaluar y controlar con regulaciones y sistemas de medición estándar, ni podemos esperar que los gobiernos tengan la capacidad de actuar rápido y con total conocimiento de las variables como para buscar la reversibilidad de las cosas a un tiempo pasado que inevitablemente quedó atrás.
Esperar que un Estado pueda llegar a ser eficiente algún día, es decir que este puede llegar a ser evolutivo - como las necesidades de los individuos - y esto simplemente no es posible. Si pretendemos seguir tratando de satisfacer necesidades colectivas (planificadas) de manera arbitraria y a base de redistribución de riqueza, seguiremos aumentando los costos a los individuos que buscan satisfacer sus necesidades individuales evolutivas, y que buscan generar riqueza a la vez. ¡Y esto sí es una tragedia latina!.
Andrés Pozuelo
Los modelos actuales se basan en elementos plenamente perjudiciales para el individuo y la generación de riqueza. Esos elementos son: planificación centralizada de políticas económicas y locales, déficit fiscal expansivo con efectos negativos en los mercados, educación estatizada y estandarizada, política monetaria inflacionaria, proteccionismo selectivo, subsidios productivos obsoletos y clientelistas, subsidios sociales adictivos e inefectivos, sistemas de reparto de pensiones empobrecedores, impuestos altos y regresivos, política energética monopolística, política alimentaria en contra de los consumidores, espejismos chinos, aislamiento centroamericano, aumento en regulación inoperante, quimeras constitucionales y muchos otros modelos ya probados y fracasados al estilo socialdemócrata.
En la actual realidad económica, no se puede pensar en hacer el bien, a no ser que se esté dispuesto a asumir la debida responsabilidad, cometer errores y sobre todo asumir riesgos con ideas innovadoras. Pero estas ideas deben formarse alejadas de la presunción de conocimiento, arrogancia de la certeza y lanzamiento de un plan, característicos de los tradicionales discursos de los políticos contemporáneos. En las palabras de Hayek:
“Si una persona no desea hacer más mal que bien en sus esfuerzos por mejorar el orden social, tendrá que entender que, en este menester y en otros, en que la complejidad esencial y el orden espontáneo prevalecen, no se podrá nunca adquirir la totalidad del conocimiento necesario para dominar todos los eventos que surjan ni tampoco planificar resultados con certeza”.
Todo problema económico - es de hecho un problema de auto organización - y en todo problema de auto organización, se puede esperar falta de libertad, o falta de conocimiento o falta de derechos de propiedad. De acuerdo con este escenario, le conviene a los partidos políticos hoy en día, proponer agendas de liberalización que realmente le permitan a la sociedad, con conocimiento y propiedad, moldear su pensamiento y dar una respuesta ante los eventos inesperados e impensables que caracterizan el entorno socioeconómico contemporáneo. Si algo nos ha demostrado la actual crisis (y todos los eventos que han llevado a ella) es que los procesos económicos no se pueden evaluar y controlar con regulaciones y sistemas de medición estándar, ni podemos esperar que los gobiernos tengan la capacidad de actuar rápido y con total conocimiento de las variables como para buscar la reversibilidad de las cosas a un tiempo pasado que inevitablemente quedó atrás.
Esperar que un Estado pueda llegar a ser eficiente algún día, es decir que este puede llegar a ser evolutivo - como las necesidades de los individuos - y esto simplemente no es posible. Si pretendemos seguir tratando de satisfacer necesidades colectivas (planificadas) de manera arbitraria y a base de redistribución de riqueza, seguiremos aumentando los costos a los individuos que buscan satisfacer sus necesidades individuales evolutivas, y que buscan generar riqueza a la vez. ¡Y esto sí es una tragedia latina!.
Andrés Pozuelo